Desde “Crónicas de las prácticas de la enseñanza en crisis” nos propusimos capturar ese impulso vital, la pasión y el compromiso con que los/as docentes asumimos el desafío de enfrentar la complejidad de la contingencia, los modos en los que rediseñamos, recreamos e inventamos nuestras prácticas de enseñanza en el marco de la pandemia, aquellas prácticas que nos hacen sentir orgullosos, hacerlas públicas por su carácter inspirador. “Enseñar ha sido y es un oficio en el que aprendemos a aceptar la incertidumbre como parte de la tarea, al igual que la imprevisibilidad que acontece en una clase, independientemente de la modalidad. Es, entonces, poder pensar y decidir en contextos de cambio, donde bien sabemos, que constantemente ponemos en juego construcciones metodológicas”, afirma Bianca Pistelli, docente de pedagogía.

Estas prácticas, que en algunos casos profundizaron experiencias que ya se venían realizando y en otros asumieron el reto de la creación para abrirse a lo nuevo, superando la inercia, construyendo nuevas tramas de sentidos con otros. “De este modo, se configuraron nuevas perspectivas y construcciones colectivas de conocimiento que hackearon nuestras inscripciones culturales y dieron lugar a nuevas formas de pensar la didáctica en clave contemporánea”, destacan Miriam Kap y otros.

Las crónicas nos cuentan acerca de prácticas democratizadoras, inclusivas, situadas, convocantes. Experiencias colectivas, inmersivas, multimediales, interdisciplinarias, lúdicas. Relatos de cómo el lenguaje audiovisual permitió potenciar y generar escenarios de intercambio significativos para el estudiante, la producción de ideas originales en la reflexión colectiva, plasmar recorridos, transformar los modos de leer, compartir producciones, alterar la secuencia lineal, incorporar nuevos actores, seguir construyendo vínculos.

Las narraciones señalan que la virtualidad interpeló nuestras certezas, nos permitió generar nuevos recursos y explorar nuevas formas de abordar la enseñanza manteniéndonos vigilantes acerca del sentido pedagógico de las tecnologías, favoreció los procesos reflexivos y autorreflexivos, otorgó mayor relevancia social y cultural a las propuestas, abrió nuevos canales de consulta y participación, y también romper el aislamiento multiplicando encuentros formativos poderosos.

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