Durante la cuarentena, comenzamos a coleccionar postales, hitos en esa línea del tiempo.

En primer lugar, coordinación y re planificación, todas las redes en acción. Aulas virtuales repletas de archivos PDF y nos preguntamos si ese es el camino.

En segundo lugar, llegan los tutoriales y la rareza de hablarle a un celular. Pero nada permanece.

Tercero, se utiliza WhatsApp entre entre padres, maestras y peques. Entendimos que la alfabetización digital debe hacerse desde la familia y la formación docente, no centrarse en el niño.

Cuarto, adiós a los PDF. Inicia oleada de videos directo al corazón. Los chicos se extrañan entre ellos y a nosotros nos extrañan los padres.

Quinto, Zoom se convierte en una herramienta central. Maestras que necesitan compañía, que despegan al segundo o tercer encuentro, las que se lanzaron por obligación tuvieron distintas presencias cumpliendo el objetivo. Ya no planificamos para los peques sino para las familias. El encuentro sincrónico pasó a ser familia-maestra.

Guardamos tecnopostales de un aula que muta en  variados formatos. Las conclusiones del viaje son favorables. Lo que no logré en años pude hacerlo en días.

La educación debe formarse para otra alfabetización que  permita otros acercamientos. Más estrategias y otras metodologías son posibles pero hay que formar.

Tres rasgos principales de la propuesta       

  • Experiencia a distancia.
  • Aprendizaje enriquecedor.
  • Mutación didáctica permanente – Todas las redes son válidas en educación.

Una idea fuerte para compartir

Animarse a cambiar de rumbo aprendiendo de los errores es el mayor logro de cualquier experiencia.

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