Esta historia comenzó en 1987, cuando nuestra maestra Edith Litwin dictó por primera vez la materia Fundamentos de Tecnología Educativa en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires. A lo largo de las décadas, esta historia se fue profundizando, expandiendo, y se empezó a tejer un movimiento cuyos ejes están centrados en la universidad pública y en una perspectiva crítica del campo de la tecnología educativa.
Hoy nos toca vivir un tiempo difícil. La pandemia ha generado nuevas complejidades que nos invitaron a pensar en una propuesta que nos defina y que sostenga lo que hacemos; que nos ayude a seguir tejiendo experiencias con muchas otras voces. Nos pusimos a reinventar formatos, políticas e instituciones, al tiempo que nuestrxs colegas, con coraje, entrega, valor, pero sobre todo con tremenda pasión y compromiso, se propusieron rediseñar sus prácticas de enseñanza. Tal vez entonces, por la pandemia, o porque nuestros ciclos se renuevan luego de 33 años, hoy volvemos como un #movienteeducativo.
En su último libro «El pensamiento y lo moviente», Henri Bergson nos invita a pensar en el moviente como una visión, como creación. Lo moviente es estar siendo, es un impulso vital. Es también una búsqueda que nos permite experimentar colectivamente y expandirnos. Nos conmueve y adquiere formas siempre cambiantes. Lo moviente no viene desde afuera, sino que todxs estamos dentro, siendo parte. Porque aquello que experimentamos nos transforma y hace de esa experiencia algo único e intraducible, y a la vez es algo colectivo. Lo moviente es lo que nace, lo que emerge, lo que transforma; la creación tejida con otrxs, y lo que nos permite habitar mundos cambiantes.
#movienteeducativo es una invitación a compartir y expandir lo que estamos sintiendo, pensando, produciendo y transformando desde cada uno de los lugares de inserción educativa que habitamos. La acción nos define, es creación, es recreación, es producción. Esas producciones, individuales y colectivas, que hoy integran el moviente nos trajeron relatos maravillosos. Además, hoy son públicas, porque somos un movimiento, un moviente, y porque seguimos tejiendo redes y construcciones colectivas.
En estos meses tan difíciles fuimos capaces de aprender sobre temas inesperados y de maneras antes impensadas. Esos aprendizajes hacen que cada día sea más evidente la potencia que tenemos cuando construimos juntxs y recuperamos las ideas y problemas que cada uno enfrenta en estos tiempos. Buscamos, así, seguir tejiendo diálogos entre todxs.
Este movimiento es expansivo y nos abraza, sin importar el tiempo o el lugar en el que nos encontremos. La pandemia no pudo ni podrá detenerlo, porque el moviente nos impulsa a superar y salir de la inercia, del miedo y del agobio que predominan en este presente. Moverse nos permite apostar al futuro, construyendo experiencias colectivas, creativas y colaborativas.